La mañana me encontrò abrazado a mi amada, sentir su cuerpo caliente enlazado al mio me parecio un regalo no merecido, pero me apretè a ella deseando que ese momento permaneciera en mì eternamente, se encontraba a mi lado dormida manteniendo una respiraciòn tranquila, pausada similar a la de un bebè despuès de amamantar. No pude resistir observarla en silencio y me atrevì a besar sus carrillos rosados muy despacio, tiernamente, me sentì como un niño con zapatillas de fùtbol nuevas. Poco a poco fue desperezandose hasta abrir los ojos. -Buenos dìas guapa- le dije- buenos dìas chico guapo - me contestò. Nos volvimos a besar profundamento llegando a cavidades del alma hasta que oimos mucho jaleo en la casa y se acabò lo bueno -pensè-.