El campanario de Olmedillo me recordaba las nueve de la noche con su repiqueo de campanas, me faltaban unos kilòmetros por recorrer para llegar a casa y lo estaba deseando. El viaje habìa sido tranquilo escepto en la salida hasta pasar el circuito del jarama.
Ya en casa me dispuse a deshacer la maleta y prepararme algo para cenar, no tenìa mucha hambre por lo que me preparè una sopa de ajo para entrar en calor mientras la calefacciòn hacia lo propio. Se me encendiò una luz en mi mente y pensè, si alguien me controlaba a mi desde dentro y era consciente de ello lo mismo tenìa que estar pensando el presidente. Tendrìa sus momentos de lùcidez dònde mandaba el mismo y no dejarìa que le manejasen a su antojo desde su centro. Por eso se me ocurriò la idea de llamarlo por telèfono para ver si tenia suerte y quièn descolgaba era el mismo y no su ente.
- ¿Presidente del gobierno al habla, con quien tengo el placer de comunicarme?- me preguntò desde su telèfono mòvil personal. -Buenas noches Juan, soy Antonio, le llamaba simplemente para decirle que ya estoy en casa y con muchas ganas de empezar con nuestro ambicioso proyecto y asì recordarle que no me ha dado ningùn nùmero de cuenta bancaria dònde disponer de capital para los proyectos que se vayan a realizar. Hola Antonio, justo ahora te tenìa en mente y escucha no tengo mucho tiempo, hay momentos en los que no soy yo, te sonarà raro como todo lo que me concierne pero creème es muy importante si actùa el ente se fastidiò la misiòn. -Lo sè, pero tambièn sè como controlarlo, cuando hables con los hombres que me vas a enviar diles simplemente que hagan todo lo que yo les diga, que por mucho que tù les des òrdenes que no se fien - le expliquè- . Perfecto Antonio, entiendo tu maniobra ahora les aviso antes de que aparezca mi intruso y sea demasiado tarde, si te llamo por telèfono, deja que suene tres veces esto significarà que lo he conseguido.